Estos son los Contenidos, portada y editorial del número 69 de la Revista Mosaico, cuyo monográfico está dedicado al Congreso de Cartagena 2017.

CONTENIDOS:

  1. Editorialmosaico69
  2. Noticias de las Asociaciones
  3. Entre Asociaciones
  4. Carta del Presidente
  5. La terapia de pareja como instrumento para el abordaje de los trastornos depresivos. Carmen Campo
  6. Nuevo contrato familiar: Fortaleciendo el amor conyugal y la responsabilidad parental. Raúl Medina Centeno, Juan Luis Linares, et al
  7. MONOGRÁFICO: CONGRESO DE CARTAGENA
    • Introducción al monográfico
    • TERAPIA de PAREJA .Annette Kreuz Smolinski.
    • DECONSTRUYENDO LA ANOREXIA NERVIOSA. Propuestas desde la clínica. Jose A. Soriano Pacheco
    • Algunos aspectos básicos en la intervención con víctimas de violencia en las relaciones íntimas. José Navarro Góngora
    • ¿Cómo tratar la VFP? Del secreto y de la vergüenza, a la creación de una demanda común en la terapia. Luciana Sotero, Roberto Pereira
    • DE “LA VIOLENCIA EN LAS AULAS” A CONVIVIR EN UNA CULTURA DE PAZ. Rita Ojeda Socorro
    • Tratamiento del Trastorno Límite de la Personalidad desde un enfoque integrador. Dolores Mosquera, Alberto Soto Ferreiro y Ana Cris Eiriz Castillo

Y MÁS:

  1. Validación preliminar del cuestionario de evaluación de relaciones familiares básicas en pacientes con depresión mayor. Giovanazzi, S.; Barraza, R.; Bustos, S.
  2. Impacto da emigração no subsistema filial em conjugalidades com mais de vinte anos. Daniela Lobo, Madalena de Carvalho
  3. Recensión: Capitán Fantástico. Matteo Sharma Pérez

EDITORIAL 69

Que los años pasan nos lo dicen los logros, pero también nos lo susurran las pérdidas. Con éstas añadimos a la vida el peso de las ausencias y la presencia tan real de los huecos que nos dejan. Este final de año ha sido pródigo en pérdidas. Desde las cercanas y, por tanto, más sentidas, como la de nuestro compañero y amigo Antonio León, corresponsal de esta revista en la Asociación Andaluza; hasta las lejanas pero no menos importantes, como la del maestro Minuchin y la pionera y activa promotora de la terapia familiar Lynn Hoffman. Vidas idas cuya principal característica fue la de haber vivido intensamente una pasión. En su caso, la pasión por el trabajo terapéutico con las familias, esperanzado y profundo. Como sucede siempre que esta profesión surge del sentir más hondo de la persona y es, por tanto, más que una profesión.

Hay muchas formas de ser felices. Tantas, al menos, como seres humanos coexisten en un momento concreto de la historia. Pero todas esas disposiciones felicitantes y activas, dinámicas y productivas de estar en el mundo se parecen al menos en un aspecto, a saber, la intensidad apasionada con que cada cual las aborda en su existencia. Vivir, como dijo en cierta ocasión el propio Minuchin, consiste en crecer, mezclarse, cooperar, compartir y competir con los demás. Vivir es una tarea, un quehacer. No simplemente un deslizarse sin pausa ni sosiego hacia el final. Y lo que hagamos hasta el fin, eso es lo que hará nuestra felicidad. El problema fundamental de la existencia.

Pero los terapeutas familiares tenemos otro conocimiento, que surge de nuestro diario bregar con el sufrimiento familiar en la consulta o en el hospital. Un conocimiento que, cuando se revela, ya no puede ser ocultado, y mucho menos olvidado. Los individuos somos más que ese sujeto individual en que consistimos. Todos nosotros, toda la gente a la que queremos o con la que nos relacionamos, formamos un invisible tejido vincular de afectos y reconocimientos, de heridas y de daños, que traspasa nuestra tenue frontera individual y se remonta hacia arriba, hacia otras generaciones, de las que somos continuación, testimonio y deudores. Nada hay en nosotros que esté por completo cerrado, ninguna trama, ninguna historia tiene su fin en sí misma. La vida prosigue y nuestra existencia se vuelve menos lineal, al enriquecerse con los silenciosos legados de los muertos. Gana hondura y complejidad.

Hay ya algo en nosotros de Antonio –el humor- , de Lynn –la pasión-, de Salvador –la inteligencia relacional-. Nos quedamos con su luz, que no percibiríamos si no conociéramos sus sombras. Y, sobre todas las cosas, la intensidad con que ejercieron su oficio, el de terapeuta, un oficio tan singular como lo es siempre, de suyo, cualquier profesión vocacional. Algo más que un mero acopio de técnicas: una forma especial de estar con los otros, empatizar con su dolor y sostenerlos en el sufrimiento, desde la propia experiencia existencial de quien se sintió llamado –pues no otra cosa distinta es la vocación- a hacer terapia.

Javier Ortega Allué
Director de Mosaico